¡Cuánto me gustaría que mirásemos menos las pantallas y nos mirásemos más a los ojos!

Si pasamos más tiempo con el móvil que con la gente, algo no funciona. La pantalla nos hace olvidar que detrás hay personas reales que respiran, ríen y lloran.

Es verdad, la tecnología es fruto de la inteligencia que Dios nos ha dado. Pero hay que usarla bien. No puede beneficiar solo a unos pocos mientras que otros quedan excluidos.

¿Qué tenemos que hacer entonces? Usar la tecnología para unir, no para dividir. Para ayudar a los pobres. Para mejorar la vida de los enfermos y de las personas que tienen capacidades diferentes. Usar la tecnología para cuidar de nuestra casa común. Para encontrarnos como hermanos.

Porque cuando nos miramos a los ojos, descubrimos lo que realmente importa: que somos hermanos, hermanas, hijos del mismo Padre.

Oremos para que el uso de las nuevas tecnologías no reemplace las relaciones humanas, respete la dignidad de las personas, y ayude a afrontar las crisis de nuestro tiempo.

Francisco

Descargar pdf