

Para que toda la Iglesia reconozca la urgencia de la formación en el discernimiento espiritual, en el plano personal y comunitario.
[…] El cristiano, explicó el Santo Padre, para vivir el momento sin dejarse engañar debe orientarse con la oración y el discernimiento. «Jesús reprendía a los que no sabían discernir el momento», añadió el Papa que luego hizo referencia a la parábola de la higuera (cf. Marcos 13, 28-29), donde Cristo reprende a quienes son capaces de intuir la llegada del verano al ver florecer la higuera y no saben, en cambio, reconocer los signos de este «momento, parte del tiempo de Dios».
He aquí para qué sirve el discernimiento, explicó: «para conocer los signos auténticos, para conocer el camino que debemos seguir en este momento». La oración, prosiguió el Pontífice, es necesaria para vivir bien este momento.
En cambio, en lo que respecta al tiempo, «del cual sólo el Señor es dueño», nosotros —reafirmó el Pontífice— no podemos hacer nada. No existe, en efecto, una virtud humana que pueda servir para ejercitar algún poder sobre el tiempo. La única virtud posible para contemplar el tiempo «la debe regalar el Señor: es la esperanza».
Oración y discernimiento para el momento; esperanza para el tiempo: «de esta manera, el cristiano se mueve por este camino del momento, con la oración y el discernimiento. Pero deja el tiempo a la esperanza. El cristiano sabe esperar al Señor en cada momento; pero espera en el Señor al final de los tiempos. Hombre y mujer de momentos y de tiempo, de oración y discernimiento y de esperanza».
La invocación final del Papa ha sido: «Que el Señor nos dé la gracia de caminar con sabiduría. También ésta es un don: la sabiduría que en el momento nos conduce a orar y a discernir; y en el tiempo, que es mensajero de Dios, nos hace vivir con esperanza».
MISAS MATUTINAS
Francisco
26 de noviembre de 2013
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